Tómate uno cada 8 horas

Tómate un comprimido de estos cada 8 horas, y una cápsula de estas cada 24. ¿Alguna vez os habéis planteado por qué unas pastillas se toman con una frecuencia y otras con otra distinta? ¿Cómo se establece esa frecuencia de uso? ¿De qué depende?…

La posología, que es la palabreja para definir la frecuencia con que se han de tomar los medicamentos, se establece fundamentalmente en función de tres parámetros:

  • Tamaño de las pastillas en el caso de formas solidas orales (comprimidos, cápsulas…)
  • Repugnancia del sabor en el caso de las formas líquidas orales (jarabes, sobres…)
  • Dolor del “pinchazo” en el caso de los inyectables.

Como es bien conocido, cuanto más difícil de tragar sea una pastilla, más desagradable sea el sabor de un jarabe o más duela una inyección, habrá de administrarse con más frecuencia.

Bueno, en realidad, aunque esto parezca así, no es cierto. No hay inquina detrás de la posología de los medicamentos. Ésta se establece para conseguir que el fármaco esté en el lugar donde tiene que estar, a una concentración suficiente para producir efecto terapéutico, pero sin llegar a ser tan alta que produzca efectos tóxicos.

Esto va a depender de la forma farmacéutica y de la farmacocinética del principio activo en cuestión.

Con respecto a la forma farmacéutica podéis saber más viendo un post que publicamos hace un tiempo. De ésta dependerá la velocidad a la que el fármaco está disponible para nuestro cuerpo.

La farmacocinética, es la rama de la farmacología que estudia el paso del fármaco por el organismo. Para entendernos, es lo que nuestro cuerpo le hace al fármaco: como lo absorbe, cómo lo distribuye por el cuerpo, como lo metaboliza y como lo elimina.

Voy a intentar explicarlo de una manera muy simplista y fácil de entender:

Imaginemos que tenemos un vaso (nuestro cuerpo), que tiene un agujero por el que se va saliendo el agua (eliminación). Este vaso tiene pintada una línea roja que representa el nivel por encima del cual aparece toxicidad, y por debajo de ésta hay otra línea negra que representa el nivel mínimo para que sea eficaz. Si añadimos agua (absorción) con un vaso más pequeño, hasta que el nivel de ésta quede entre las dos líneas, tendremos un efecto terapéutico sin toxicidad. Si añadimos agua por encima de la línea roja tendremos un efecto tóxico. Mientras que si el agua se nos queda por debajo de la línea negra no tendremos efecto.

Como hemos comentado el vaso tiene un agujero, si lo llenamos entre las dos líneas, cuando pase un tiempo el nivel del agua estará por debajo de la línea negra. ¿Qué tendremos que hacer en ese momento para mantener el nivel entre las dos líneas? Añadir más agua. Pues bien, la frecuencia con la que tendremos que añadir un pequeño vasito de agua para que el nivel permanezca entre las dos líneas será la posología.

Ahora que ya sabemos esto, nos será más fácil entender lo que comentábamos de la fórma farmacéutica. ¿A que será distinto si con lo que añadimos el agua es un vaso pequeño que volcamos de golpe, si es un porrón o si lo hacemos con un cuentagotas?

Vamos a complicarlo un poquito más. Hay vasos de distintos tamaños (niños, adultos, ancianos…). Vasos con líneas más juntas o más separadas entre sí (fármacos con rango terapéutico amplio o estrecho). Con el agujero más grande o más pequeño (mejor o peor función renal o hepática, o fármacos que se eliminan más rápida o lentamente). Vasos con la boca más ancha o más estrecha (fármacos que se absorben mejor o peor), y un largo etc. Así, os podréis hacer una idea de que dependiendo del paciente (niño, adulto, anciano, con insuficiencia renal…) y del fármaco en cuestión, la posología será distinta.

Conclusión

Cada pastilla con el intervalo de horas que toca, es importante seguir la posología y no es por mala leche.