El maltrato a los medicamentos

Como son muy grandes las pastillas, las parto en cuatro trozos y así las trago mejor.

Uf, con lo que me cuesta a mi tragar las capsulas, que se me pegan en la garganta, las abriré.

Como tengo pastillas de 40mg y me ha mandado ahora de 20mg, no me las des, que me tomaré media pastilla de las que me quedan.

Al peque le pongo el jarabe en el biberón. Así se lo toma sin darse cuenta.

¡Con lo malos que están estos sobres! En lugar de con agua los pondré con leche, zumo o vino peleón.

¿Estas grageas son las que me ha recetado el médico?. No me las des, que te arreglan una cosa y te estropean otra. La última vez que me las mandó me dejaron medio tuerto dos días. Cuando la fui a triturar en el mortero (para podérmelas tragar), saltó y me dio en el ojo.

Estas son algunas de las frases que se escuchan en el mostrador de la farmacia. La ventaja de estos comentarios son dos: nos permiten actuar informando para evitar prácticas incorrectas y me ofrecen tema para este artículo. El inconveniente es que muchos pacientes lo hacen sin comentarlo al farmacéutico. Y es que algunas de estas acciones comprometen la efectividad y/o la seguridad de determinados medicamentos. Cuando digo seguridad no me refiero solo a la posibilidad de perder un ojo por el impacto de una gragea-proyectil.

Vamos por partes:

La forma farmacéutica que se le da a un medicamento no es un capricho del fabricante. Responde a unas necesidades técnicas. Por ejemplo:

  • Hay comprimidos y cápsulas gastrorresistentes. Es decir, están diseñadas para pasar por el estómago sin deshacerse, para evitar en determinados casos que el principio activo se inactive. Este es el caso del omeprazol, pantoprazol…, que paradójicamente sirven para reducir la secreción ácida en el estómago, pero se inactivan si se liberan en el estómago. Han de liberarse en el intestino, de ahí pasar a la sangre y viajar por el torrente circulatorio hasta el estómago. Así que si la pastilla de pantoprazol 40mg la partimos para tomar 20mg, en realidad estaremos tomando 0mg, pues al alterar el recubrimiento se inactivará en el estómago.
  • Otros están diseñados así para evitar que la acción directa del fármaco sobre la mucosa gástrica produzca daños en ésta.
  • Los hay de liberación prolongada. Diseñados para que el fármaco se libere poco a poco durante más tiempo y así conseguir un efecto terapéutico mantenido, facilitando la posología. ¿Qué puede ocurrir si lo rompemos, trituramos, masticamos, atropellamos con el coche, etc.?, que pasemos parte del día como si hubiésemos tomado más dosis de la cuenta y el resto del día como si no hubiésemos tomado medicación.

A parte de los tres ejemplos anteriores hay muchos más que no voy a comentar por no aburrir.

Conclusión: Cuando nos dispongamos a “destrozar” las pastillas para poderlas tragar y veamos que pone: gastrorresistente, liberación prolongada, retard®, oros®, o algo “raro” vade retro. O mejor opción aún, si tenemos alguna dificultad para tomar los medicamentos, mejor comentarlo al farmacéutico para que os indique la mejor opción.