¡Vaya pis más dulzón!: Día mundial de la diabetes

Érase una vez, en 1674, un señor llamado Thomas Willis que puso nombre a una enfermedad que venía existiendo desde hacía siglos. Las personas que padecían esta dolencia orinaban más a menudo que el resto, y su orina era dulce, así que el señor Willis decidió llamarla diabetes mellitus, “sifón dulce” en griego. ¿Cómo pudo saber él que la orina de estos enfermos tenía un sabor dulce? Sacad vuestras propias conclusiones.

Supongo que no es la primera vez que oís hablar de la diabetes. Aunque quizá si os hablo de azúcar en la sangre lo reconozcan más fácilmente. El día 14 de Noviembre se celebra el Día Mundial de la Diabetes, y por este motivo, vamos a arrojar luz sobre esta enfermedad que afecta ya a 347 millones de personas en todo el mundo, según la OMS.

Una breve historia sobre el cuerpo humano

Vamos a ponernos científicos. La glucosa es la principal fuente de energía del organismo. Tras las comidas, los niveles de glucosa son los más altos. El páncreas, un órgano bien conocido por los diabéticos pero casi inexistente para el resto, es el encargado de responder a este aumento de glucemia produciendo insulina. Esta hormona, a modo de cartero, es la encargada de llevar el mensaje a las células del organismo de que hay disponible glucosa en la sangre para obtener energía. Las células abren sus canales, dejando entrar a la glucosa. Como consecuencia, la glucemia va poco a poco volviendo a sus valores normales.

¿Qué es lo que ha fallado entonces?

Principalmente dos cosas, distinguiendo por tanto a dos tipos de diabéticos (existen algunos más, aunque son menos comunes).

En los diabéticos tipo 1 el fallo se encuentra fundamentalmente en el páncreas, que ha dejado de producir insulina. Y sin insulina, no hay control de la glucemia. A este tipo de diabéticos también se les denomina insulino-dependientes, y su tratamiento consiste básicamente en la administración de insulina del mismo modo que lo haría un páncreas sano. Ya imagináis lo complicado del asunto.

Por el contrario, en las diabéticos tipo 2 las células del organismo han perdido la capacidad de “escuchar” a la insulina por lo que, aunque sus páncreas funcionan correctamente, la insulina es incapaz de ejercer su función. A este tipo de diabéticos se les trata de manera compleja con ese tipo de de fármacos que resultan impronunciables. Básicamente, y para resumir, sus medicamentos intentan “exprimir” al páncreas para que libere la máxima cantidad de insulina posible e intentan sensibilizar nuevamente a las células, es decir, intentan hacer que presten más atención.

Polifagia, polidipsia, poliuria.

¿Suena a arameo, verdad? Pues intenta memorizarlas, porque son el aviso reconocible de la diabetes. De acuerdo, te lo voy a poner más fácil. La polifagia se define como el aumento del apetito, la polidipsia tiene que ver con la sensación de sed que tienen los diabéticos y la poliuria con las veces que frecuentan el baño.

¡Me ha tocado el Gordo!

Eso es porque probablemente hayas comprado muchas papeletas. Y por papeletas me refiero a Factores de Riesgo. No te aturulles, que te lo explico, pero se sincero, que estoy aquí para ayudarte:

– ¿Sigues una dieta sana y equilibrada? ¿Y la fruta y la verdura, son amigas tuyas? Y por favor, no me digas que la base de tu pirámide nutricional la constituyen el chorizo del pueblo y los Huesesicos de Santo. Si ya lo decía Don Quijote: “Come poco y cena menos, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”.

– ¿Alguna vez te han detectado valores altos de azúcar, por ejemplo, durante el embarazo? Fíjate que el que avisa no es traidor. Y el cuerpo es tímido, pero cuando habla, sólo dice la verdad.

– ¿Haces ejercicio diariamente? Ya sé que te ha pillado un poco tarde para prepararte la maratón de Nueva York, pero caminar 30 min diarios tampoco constituye una proeza olímpica. ¡Anímate!

– ¿Tienes la tensión alta? Si la respuesta es SÍ, que sepas que tu riesgo cardiovascular, ese que indica si tienes probabilidades de sufrir por ejemplo, un infarto de corazón, es alto. Y que si alguna vez te diagnosticaran diabetes, tus probabilidades de padecer una enfermedad cardiovascular aumentarían de 2 a 4 veces. ¿Y el colesterol, cómo lo llevas? Vale, vale, no te asustaré más.

– ¿Y ese “piti” tan placentero que te tomas con el café? No te creas que no me hago una idea de lo duro que puede resultar dejarlo. Soy farmacéutica y vivo rodeada de drogas, pero si no lo haces por solidaridad hacia mí, hazlo por ese cáncer de pulmón que vas a evitarte, o por tener esa dentadura blanca tan hollywoodiense, o por un beso sin ese mal aliento, o por las 1001 razones más que existen.

– ¿Alguno de tus familiares directos ha padecido diabetes alguna vez? Sí, ya sé que eso no es culpa tuya, pero no podemos controlarlo todo.

Un final de miedo

Y no, no es una metáfora. Me refiero a las consecuencias de padecer durante largo tiempo de diabetes y no haberse responsabilizado de ella. Sé que he dicho que no iba a asustarte más, pero tengo que hacerlo aunque sea un poco. Después de casi 900 palabras, es el único recurso que me queda.

Angiopatía. Daño de los vasos sanguíneos. Tanto de los grandes como de los pequeños. ¿Cuáles son los grandes vasos? Por ejemplo, los que irrigan tu cerebro, tu corazón o tus extremidades. La diabetes, por un proceso casi desconocido, va dañando poco a poco estas arterias, y las consecuencias de este hecho pueden ser gravísimas: un infarto de miocardio o un ictus cerebral. ¿Y los pequeños? Pues esos diminutos vasos que se encuentran en los riñones o en los ojos. Si los vasos renales se dañan, la función renal normal puede ir perdiéndose progresivamente. Y si lo hacen los de los ojos, la visión puede poco a poco degenerar hasta la ceguera. Me dejaba otros problemas, como la pérdida progresiva de sensibilidad en las extremidades o las infecciones micóticas frecuentes, pero creo que ya has tenido suficiente.

Conclusión

Al señor Willis aún le quedaban 400 años de ciencia, pero si hubiese vivido hoy esto es lo que te habría dicho: “Cuídese. Lleve una dieta sana y equilibrada, rica en fibra, hidratos de carbono complejos y si ha de consumir grasas, que sean de esas que llaman buenas. Practique ejercicio diariamente, y deje el tabaco. Y si aun así ha caído en las redes de la diabetes, sepa que la palabra clave es CONTROL. Controle su glucemia, controle su tratamiento y póngase en manos del personal sanitario siempre que lo necesite.” Y no te preocupes, por suerte para el analista los métodos diagnósticos han avanzado mucho desde el 1674, y no necesitará tu orina.

Bibliografía

http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15822058

Guía Práctica de Atención Farmacéutica al Paciente Diabético – SEFAC/SED